domingo, 15 de agosto de 2010

La respiración de la noche

Luego de varias horas de silencio, la respiración de la noche se hace evidente.
Es un ritmo constante, a veces sincopado, como un arreglo en blues de algún passacaglia barroco.
Hay algo denso, en este soplar, algo de cansado, algo de derrotado. Como si, luego de mucho aguantar, la misma oscuridad cediera ante la opresión de su condición macabra.
A veces parece que tararea una canción, con el sentido extraviado del ritmo de un viejo muy agotado; con algo de nostalgia, con algo de urgencia. No avanza más que un par de compases (recuerden, es un viejo, el espíritu de la noche) para caer de nuevo en la monotonía de un solo tono. Y vuelve a empezar.
O tal vez sea el latido de mi sangre en los oídos, aturdidos por la ausencia de sonido, obligados a buscar sentido en cualquier cosa en la madrugada infinita.
De cualquier manera, algo respira (o palpita) con un firme sentido de la desolación.

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