viernes, 23 de julio de 2010

O tú o ninguna

O tú o ninguna...

Es gracioso cómo nos estremecía esa canción, ¿recuerdas?, un bolero meloso, que competía con "El día que me quieras" y "Por debajo de la mesa" para ser el fondo musical de nuestra felicidad.

O tú o ninguna.

Es una promesa definitiva, lo sé. La mayoría no podría asumirla. Pero en mi caso, bastará con la tremenda pasión que siento por tí.

Y para siempre será así, mi vida.

Desde el principio te dije que yo era un apasionado, ¿cierto?. Recuerda, te decía que era de los que no cambia lo que siente, para siempre amando con intensidad y entrega absoluta. Que no olvidaba, y que me dejaba vencer fácilmente por la melancolía o el romanticismo.

Claro... también me dejo llevar por el vicio. Por esa empalagosa y arrolladora neblina del alcohol y de la droga. Por las visiones terribles y magníficas que acompañan mis orgías.

¿Y cómo evitarlas, si soy un apasionado, un artista?

Hasta que tú llegaste, claro, y durante un largo tiempo cambié el opio que me inspiraba. Ahora era tu cuerpo, tu dulzura. La maravilla de tus ojitos apagados en esas sonrisas que nunca perdieron la timidez.

No olvides, por favor, que eres tú o ninguna. Y así será para siempre.

Para siempre... como te lo decía en esas cartas primeras que no me atrevía a entregarte.

Para siempre... como te lo susurraba al oído en los amaneceres extasiados de nuestra pasión.

Para siempre... como te lo sigo diciendo ahora, aunque sé que no puedes escucharme.

Eres tú o ninguna, amada mía. Sin tí no tengo felicidad, ni placer, ni esperanza. Nadie podría llenarme de ese amor impetuoso, pleno y definitivo que descubrí a tu lado.

Es por eso que te mantendré aquí, mi más grande tesoro, resguardada en la pared de mi propia alcoba.

Aquí, estarás para siempre junto a mí, a la cabecera de mi cama, fundiéndote con el yeso y el cemento.

¿Ves cómo soy un apasionado? ¡Debía asegurarme que estuvieras conmigo, porque o eres tú o ninguna!

Porque estarás conmigo para siempre, pudriéndote deliciosamente mientras sueño con las canciones melosas de nuestro noviazgo.

miércoles, 21 de julio de 2010

Oración para una amante inútil.

Te espero.

Dando vueltas en mi jaula horrible, agobiado por los pensamientos que me atosigan como fantasmas, contrahecho por el remordimiento de darte todo y, al mismo tiempo, no darte nada.

Te espero.

Confidente, amante, ilusión marchita. Público atento de mi historia triste, bebedora ansiosa de mis labios húmedos por las lágrimas, lecho suave en el que descanso mi amargura.

Te espero.

Aunque sé que no debo esperarte, que no debo acercarme más a vos, que no debo brindarte más calor triste.

Vos lo sabés bien, ¿eh?, que me falta la mitad, que la carencia me obliga a buscar sabiendo que no hallaré nada.

Que te hallaré a vos… con tu ternura y tu mirada de infinita paciencia, de infinita esperanza. Con tu total inutilidad.

Te espero.

Por un instante, sonreiré complacido, dichoso como vos. Te tomaré la carita entre mis manos torpes de expectativa, y muy suavemente marcaré el rastro que señala una posibilidad dulce.

Luego, luz. Luego, tinieblas.

De nuevo, será inútil.

De nuevo, te espero.

No. No es tu figura la que anhelo en el quicio de mi puerta.